REFLEXIÓN SOBRE OBEDIENCIA

Obediencia … 6 Y dirigiéndose a los maestros espirituales: «Quien os escucha a vosotros, me escucha a mí». 7 Los que tienen esta disposición prescinden al punto de sus intereses particulares, renuncian a su propia voluntad 8 y, desocupando sus manos, dejan sin acabar lo que están haciendo por caminar con las obras tras la voz del que manda con pasos tan ágiles como su obediencia. RB Cap. V  

Obediencia … 6 Y dirigiéndose a los maestros espirituales: «Quien os escucha a vosotros, me escucha a mí». 7 Los que tienen esta disposición prescinden al punto de sus intereses particulares, renuncian a su propia voluntad 8 y, desocupando sus manos, dejan sin acabar lo que están haciendo por caminar con las obras tras la voz del que manda con pasos tan ágiles como su obediencia. RB Cap. V

 

Cuando se habla de obediencia, de forma directa o indirecta, surge el tema del liderazgo. Obediencia, vulgarmente lo entendemos como “hacer caso” a quien ostenta el poder, es erróneo. Etimológicamente, proviene del vocablo latín oboedire, formado por el prefijo ob que indica enfrentamiento, oposición, y audire, que significa escuchar.

Por tanto, “saber escuchar” estar atentos no sólo “oír”, sino captar, analizar y pensar bien, entonces estaremos en disposición de discernir y libremente escoger seguir lo que tenemos que hacer.

Como jefes nos gusta que nos obedezcan, pero muchas veces nos olvidamos de lo difícil que puede llegar a ser hacerlo. El otro día leí una frase muy conocida de Stephen Covey, que habían transformado en clave espiritual, decía así:

“Siembra un pensamiento y recoge un deseo, siembra un deseo y recoge una acción, que podrá ser buena o mala.  Siembra una acción y recoge una costumbre, siembra una costumbre y recoge un hábito, que podrá ser virtuoso o vicioso.  Siembra un hábito y recoge un carácter, siembra un carácter y recoge tu destino, tu vida”.

Todo jefe que desee la «obediencia» debería ser capaz de ponerla en práctica. Y nos sorprendería ver lo difícil que puede resultar para muchas personas, llevar a cabo eso que pretenden que hagan los demás, poner en práctica la obediencia.

  1. Empecemos por obedecernos a nosotros mismos. Para ello concretemos  unos pensamientos, «tiremos» de nuestros ideales, referentes, guía, faro, ejemplo a seguir,… obtengamos unos deseos, unos objetivos.
  2. Que estos deseos nos mueva a la acción de manera continuada.
  3. Analicemos nuestra actitud, las dificultades, la satisfacción ante los éxitos.

Muchas personas con responsabilidad sobre personas son incapaces de “obedecerse” a sí mismos, de hacerlo de manera continuada.

Si lo hiciesen, aumentaría su ascendencia sobre las personas, pues serían conscientes de lo difícil que es la obediencia y esta experiencia les legitimaría para que los demás hiciesen lo mismo, con unas consignas compartidas.

Alberto Arqued

Ceo & Founder  Sede21

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