Últimamente se está escribiendo y debatiendo mucho sobre como gestionar en las empresas, las nuevas generaciones que se incorporan al mercado laboral.

Sin entrar en las peculiaridades de los rasgos diferenciales comúnmente aceptados, propios de cada generación (Silent Generation, Boomers, X, Y -Millenials y Z) está claro que las personas con responsabilidad sobre personas, se enfrentan a retos añadidos a los que exige el propio mercado.

Vivimos en la cultura de la inmediatez, de la aceleración, de la intensificación y masificación. Los jóvenes, tienen al alcance de la mano cantidad ingente de información, herramientas y recursos para poder adquirir la información y conocimientos que deseen.

Sin embargo hay que recordar una y otra vez, que un buen camino para una buena dirección, requiere un orden natural de las cosas. El peligro de la accesibilidad e inmediatez que otorga el móvil, es que nos pensemos que tenemos todo al alcance de la mano (o del dedo índice para ser más exactos).

Vemos una cosa y la queremos, y si no la tenemos, hacemos lo que sea para adquirirla, y esto se aplica también a los conocimientos,…

Y NO, ESTO NO ES ASÍ.

Para cualquier reto, proyecto, objetivo que nos marquemos, el orden natural requiere primero de todo SERluego HACER y la consecuencia será  el OBTENER

Por tanto vale la pena interiorizar, pensar, priorizar, planificar, compartir, hacer,… y ya vendrán los resultados.

 

Alberto Arqued

Sede 21 Search & Development

 

 

CULTURA, CODIGO COMPARTIDO Y DISCIPLINA

Existen unos colectivos que son modelos de éxito organizativo, pues cumplen con su misión, están presentes en los 5 continentes, permanecen en el tiempo y consideran a sus integrantes en su dimensión física, cognitiva y espiritual.

Me inspiro en la forma de organizarse de las comunidades benedictinas y en los equipos de rugby, tan diferentes en lo superfluo y tan iguales en lo esencial.

 

Ambos colectivos gestionan la disciplina informando tanto de lo que se espera, como de lo que se desea evitar, pero no acaban ahí, también explican desde el respeto, las consecuencias de la transgresión,… Y a partir de ahí, se actúa en consecuencia. Tener en cuenta ese código compartido hace que la organización como unidad, sea eficiente. Pero para ello hace falta «obediencia» que para muchos es sinónimo de pérdida de libertad,… cuando en el fondo y siempre que las reglas estén bien definidas, son herramientas para hacernos ganar energía, tiempo y eficiencia colectiva. También es cierto que un cuestionamiento desde la humildad y el respeto, hace evolucionar el sistema, y este hecho, está contemplado en el mismo.

A modo de ejemplo, cuando circulamos por la ciudad, para hacerlo bien, debemos conocer el código de circulación y además hay recordatorios como el «se avisa grúa», y por supuesto, «la grúa», por no hablar de los radares, sus bonitas fotos, y la multita que te envían.

Hace años recuerdo que iba a comprar un regalo, tenia prisa y no encontré sitio para aparcar, así que dejé el coche encima de la acera… me salió carísima la broma: taxi, grúa y multa,… Pero desde entonces aparco de maravilla 😉💪.

Para cualquier colectivo, deben pactarse unas normas básicas de convivencia y organización, es clave explicarlas bien, reforzarlas en positivo y por supuesto, explicar también las consecuencias del «no cumplimiento», el código disciplinario.

Este último aspecto, es menos popular, no venderá mucho, pero es necesario, cuando se da la trasgresión, forma parte del proceso educativo  a cualquier edad y es ser consecuente y respetuoso con quiénes si respetan ese código común aceptado*, camino necesario para que un miembro se integre en esa organización, haciendo suya la cultura que la caracteriza.

*Aceptado?? Bueno eso daría para otro post…

Alberto Arqued

Sede21 Search & Development