
“… cuando alguien recibe el nombre de abad, debe gobernar con doble doctrina, esto es, enseñar lo bueno más con obras que con palabras,…” Regula Benedicti Cap. 2 Abad
El dirigir implica influir en la conducta del equipo y orientar para conseguir unos fines determinados.
Frecuentemente en seminarios de Management y dirección de empresas, la capacidad de influir se ha reducido a la pregunta: ¿Qué puedo hacer para que los demás hagan lo que yo quiero?. Y a eso es a lo que llaman motivación.
Esta actitud refleja una concepción mecanicista del hombre, según la cual, las personas funcionan como máquinas: bastaría con conocer las instrucciones de uso.
La realidad nos demuestra que esta imagen del mundo, no nos lleva a ninguna parte. Dirigir es algo más.
Para dirigir eficazmente han de cumplirse tres condiciones:
- Se establece una relación entre personas. Sólo mediante una buena comunicación se establecen vínculos, o sea, se da un encuentro emocional, en paralelo al nivel objetivo y de contenidos. Son los sentimientos lo que hacen «humanas» las relaciones. Por ello, establecerlas requiere tener la capacidad de mostrar y captar los sentimientos.
- Se tiene en cuenta un objetivo. Las metas fijan una dirección, orientan las fuerzas.
- La conducta es observada, valorada y recibe una respuesta. Marcar objetivos, y dar respuesta, es un modelo de dirección sencillo y eficaz.
En este contexto, es clave, aprender a ponernos metas antes de determinar los objetivos con el equipo. Tener claras nuestras metas y nuestra misión nos proporcionará pautas para trabajar sobre nosotros mismos y nos hará merecedores de credibilidad como directivos, nos legitimará.
Dirigir eficazmente CONCLUSIÓN
Por lo tanto, a la hora de trabajar la misión del grupo, el paso previo es trabajar la misión individual. Concretar para que estoy aquí, que quiero hacer, cual es mi principal objetivo.
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